PALACIO DEL DUQUE DE MEDINACELI
SITUACIÓN:
Plaza de Neptuno c/v a la Carrera de San Jerónimo y al paseo del Prado
FECHA
DE CONSTRUCCIÓN: siglo XVI
FECHA
DE DESAPARICIÓN: Finales del siglo XIX
SU
LUGAR LO OCUPA: El Hotel Palace
El palacio, jardines, huertas y dependencias ocupaban
una enorme manzana comprendida entre la carrera de San Jerónimo, el paseo de
Prado y las calles Huertas, Jesús, Cervantes, San Agustín y la plaza de las
Cortes. Era aquella una zona de huertas, pues por el paseo del Prado corría
entonces un arroyo, elegida por algunos nobles para levantar sus zonas de
recreo. La construcción del Retiro
acabaría de promocionar esta zona como la predilecta para la nobleza durante
mucho tiempo.
Plano de Mancelli año 1623, palacio de Medinaceli frente a los Jerónimos
La referencia más
antigua a este complejo palaciego es una “casa de campo” y jardín que el Prior
Don Hernando de Toledo, hijo del que fuera conocido como Gran Duque de Alba, se
hizo construir a las afueras de Madrid, frente a los Jerónimos, durante el
reinado de Felipe II. Esta propiedad, conocida como la “Quinta del Prior” fue
adquirida por el Marqués de Denia a los pocos años, antes de acabar el siglo,
siendo entonces reformada y decorada la casa con esmero y ampliada la finca con
la compra de otras huertas y más adelante incluso con la anexión de alguna vía
pública. Hablamos de Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, a quien Felipe
III hizo su valido y 1er Duque de Lerma. Durante los años de su privanza la
“Quinta del Prior”, conocida a partir de entonces como la “Huerta del Duque de
Lerma” vivió su época de mayor esplendor, siendo la residencia principal del
primer ministro, y marco ideal para la escenificación de su riqueza y poder.
Visita de Felipe III
al Palacio del Duque de Lerma, anónimo del siglo XVII. Colección Santa Cruz
En la finca de los duques,
se disponía de un espacio para lidiar toros y en sus amplios jardines se
representaban obras de teatro, y como no, en los salones se celebraban bailes a
los que solía asistir la realeza. Con el establecimiento de forma permanente de
la corona en Madrid, los duques de Lerma fundaron en sus terrenos una comunidad
de religiosos jesuitas en el espacio comprendido por las calles Carrera
de San Jerónimo y Prado. La congregación quedó bajo la advocación de San
Antonio de Padua, así mismo los duques fundaron otra congregación de religiosos
trinitarios en la calle de Jesús, bajo la advocación de Nuestra Señora de
la Encarnación.
La congregación de los
jesuitas tuvo en custodia el cuerpo del abuelo del duque de Lerma, Francisco de
Borja, y los religiosos trinitarios custodiaban la imagen del Cristo de Medinaceli.
Frente al convento de los jesuitas, el duque de Lerma tuvo tiempo de fundar un
tercer convento, el de Santa Catalina de Sena, quedando unidos ambos
conventos por medio de un pasadizo elevado.
Plano de Pedro Texeira de
1656, en rojo Convento de Santa Catalina de Sena, en amarillo Convento de San
Antonio, en azul Palacio de los duques y en verde Convento de los Trinitarios
El
duque de Lerma, estuvo casado con Doña Catalina de la Cerda, hija del Duque de
Medinaceli, con la que tuvo a Cristóbal Gómez de Sandoval y Rojas, hijo
primogénito, y primer duque de Uceda. Con la caída en desgracia del duque de
Lerma y su marcha obligada a la ciudad de Lerma, y la muerte en 1624 de su hijo
el duque de Uceda, el Palacio es heredado por el hijo del duque de Uceda
Francisco Gómez de Sandoval Rojas y Padilla que así mismo hereda ambos títulos.
Poco pudo disfrutar de la herencia de su padre ya que falleció en 1635, pasando
el título de Lerma a su hija Mariana, y el ducado de Uceda, lo hereda su
segunda hija Feliche.
Catalina de Aragón, hija de Mariana, con los títulos de duquesa de Segorbe y Lerma, se casó con el Duque de Medinaceli en 1653 y es a partir de esta fecha cuando el palacio de la “Huerta del Duque” pasa a engrosar el patrimonio de la Casa de Medinaceli.
Catalina de Aragón, hija de Mariana, con los títulos de duquesa de Segorbe y Lerma, se casó con el Duque de Medinaceli en 1653 y es a partir de esta fecha cuando el palacio de la “Huerta del Duque” pasa a engrosar el patrimonio de la Casa de Medinaceli.
En 1714, Felipe V, se
retira al palacio de Medinaceli para guardar luto por la muerte de su esposa
María Luisa Gabriela de Saboya.
La Huerta del Duque
en el plano de Texeira, detalle de la zona que daba a la Carrera de San Jerónimo
Detalle de una de las
vistas de Madrid de Pier Maria Baldi, de 1668, con la Huerta del Duque de Lerma
No se tiene constancia de reformas importantes del
Palacio durante el Siglo XVII y sería ya muy avanzado el Siglo XVIII, cuando se
levantaría la fachada de la Carrera de San Jerónimo y que podemos observar en
pinturas y fotografías.
Ornato de la Casa
del Excmo. Sr. Duque de Medinaceli
Sin embargo este dibujo
no es fiel reflejo del aspecto que ofrecía el palacio en aquel entonces, pues
no concuerda con otras representaciones posteriores. Quizá se trate más bien de
una idealización, o quizá la nueva obra estaba aún en construcción y ese era
más bien el aspecto que debía ofrecer según el proyecto una vez terminadas las
obras.
Durante la Guerra
de la Independencia, el Palacio de Medinaceli, fue incautado por las
tropas francesas causando graves destrozos.
El caso es que acaba el
siglo XVIII, y avanzando el XIX encontramos el palacio representado vagamente
en dos imágenes de mediados de la centuria, la fotografía que realizó Clifford
de la Carrera de San Jerónimo y la vista aérea de Madrid que pintó Guesdon con
la antigua Plaza de Toros en primer término. Una tercera imagen de más o menos
la misma época, el grabado de la Fuente de Neptuno de Parcerisa, muestra la
estrecha fachada que da al Paseo de Prado austera y totalmente desornamentada.
Carrera de San Jerónimo, por Clifford, hacia 1850
Detalle de la Vista Aérea de
Madrid, por Alfred Guesdon, 1854
Fuente de Neptuno, por F. Parcerisa, en Recuerdos y
Bellezas de España, 1850
Pasamos así el ecuador del siglo, y en un plano de 1857 nos encontramos una
novedad interesante, como es la prolongación de la calle Lope de Vega hasta el
Paseo del Prado, dividiendo en dos la gran parcela del conjunto palaciego. Al
sur de la nueva calle quedan huertas y edificios supongo que auxiliares, y que
imagino fueron enajenados por la casa ducal en pleno auge de las reformas urbanas y del ensanche
de la ciudad, llevados a cabo durante el
reinado isabelino. También hay que tener en cuenta que el cambio de costumbres
y de la vida
cotidiana de la ciudad probablemente hacían innecesarias parte de las
estructuras de servicio de que constaba el complejo palaciego. Pocos años
después aparecen ya instaladas en esa nueva manzana las Hijas de la Caridad,
mientras que otra parcela parece ocupada por un palacete rodeado de jardines.
Incluso la trasera del convento de Jesús, hasta el Prado, aparece parcelada,
sin rastro de las antiguas huertas.
Las últimas imágenes del palacio que he encontrado son también las más precisas del aspecto que lució en sus últimos años, el más monumental de toda su historia, con profusión de frontones, frontispicios, placas ornamentales, balaustradas y jarrones, todo muy del gusto neoclásico, destacando el exuberante escudo de armas que corona el eje de la portada principal. Quizá todo esto, precisamente ahora, sea reflejo del cambio de mentalidad e imagen tan drástico que estaba sufriendo la propia ciudad de Madrid, que de una vez por todas quería transformarse en una auténtica corte europea, donde los edificios particulares habían sido siempre un instrumento más para el embellecimiento urbano. La reforma fue acometida por el 15º Duque, Don Luis Tomás Fernández de Córdoba, hacia 1860.
Portada principal del Palacio viejo de Medinaceli, en
la Carrera de San Jerónimo, 2ª mitad del s. XIX
A la muerte del
quincuagésimo duque de Medinaceli en 1873, su viuda se traslada a su nueva
residencia del Paseo de Recoletos esquina a la Plaza de Colon. Palacio
del Paseo del Prado se fue deteriorando siendo vendido a finales del Siglo XIX.
Con la desaparición del Palacio, se fue también el convento de San Antonio,
transformándose toda la zona con la prolongación de la calle Cervantes hasta el
paseo del Prado y la calle de Jesús, hasta la Plaza de las Cortes con el nombre
de Duque de Medinaceli.
El edificio más emblemático que hoy podemos admirar y que
ha ocupado el lugar del Palacio de Medinaceli es el Hotel Palace inaugurado el
12 de Octubre de 1912.
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